A manera de prólogo.
En el año 2000, el Director del Museo de la Revolución Industrial de Fray Bentos, René Boretto Ovalle, y yo comenzamos una serie de charlas, intercambiando información, emociones, motivos y necesidades, en cuanto a la realización de un mural en la pared principal de dicha institución.
Intercambiar información es "un decir", puesto que el Director - que me honra con su amistad - se dedicó, durante años, a enseñarme todo lo concerniente a las actividades del Saladero Lievig y del Frigorífico ANGLO y aprovechó para contagiarme toda la pasión suya por esta actividad museística que lleva a cabo enfocado en la visión humana del asunto.
Así me informé de todo el proceso de la Industria Cárnica; de los trabajos de laboratorio de Lievig allá por "las Europas", el descubrimiento de la fórmula para la producción del "extracto de carne" ("estrato'e carne", al decir de los fraybentinos); el proceso de la "carne conservada"; de los antecesores de los "cubitos de carne" y hasta la creación de una especie de carbón que ardía sin llamas ni luz, especial para las trincheras en la primera Guerra Mundial, con el objeto de calentar la comida de los soldados, principalmente la sopa hecha con los cubitos OXO.
Disfruté de anécdotas jocosas de obreros y empleados; me estremecí con las otras que hablan de accidentes, heridos y muertos; viví, desde el relato de René, la famosa huelga de más de ocho meses y la "marcha a pie" desde Fray Bentos hasta Montevideo, como medida de lucha, recorriendo 320 kilómetros, desvastadores para los cuerpos pero fortalecedores del orgullo y la dignidad de un puñado grande de uruguayos que luchaban por sus sueños.
Todo eso, sumado a mi cercanía con las actividades del frigorífico, ya que mis padres trabajaron también ahí, se transforma en una suma de emociones e imágenes generadoras de muchas otras que se apretujan por estar en esa pared, haciendo honor a esos trabajadores, a todos; desde las jerarquías hasta el más humilde de todos los obreros, pues entre todos construyeron, desde la búsqueda de los sueños personales, una parte grande de la historia del Uruguay, al que insertaron en el mundo transformándose, mi Fray Bentos natal, en "la cocina del mundo".
No hay forma de escapar a este compromiso que nació cuando allá en el 2000 nos juntamos dos locos, René y yo, a soñar y planear este moroso quizás, pero imprescindible Homenaje.
Ricardo Ríos Cichero
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